viernes, 4 de febrero de 2011

PRIMEROS PASOS EN LA TEORÍA DE GÉNERO

PRIMEROS PASOS EN LA TEORÍA DE GÉNERO

DOCUMENTO 1

SEXO

Diferencia biológica que existe entre un hombre y una mujer. Somos diferentes. Nuestros genitales son distintos. Todo nuestro cuerpo es distinto. Es una diferencia visible, fácilmente determinable. Es propia de nuestra naturaleza. Somos machos o hembras. Nuestro cuerpo sexuado constituye nuestra manera más perfecta de relacionarnos con otros seres. Nuestro cuerpo es un don maravilloso, posibilita nuestra capacidad de ser persona humana, capaz de razonar amar y ser amadas.

GÉNERO

Como concepto existe desde hace muchos años. En los 70 empezó a ser usado en ciencias sociales con un significado nuevo.

Se llama género el conjunto de características sociales atribuidas a una persona según su sexo. No es lo mismo el sexo biológico que el género, que es la identidad asignada o adquirida por ese sexo.

Nacemos hembras o machos y poco a poco nos vamos convirtiendo en hombres o mujeres. Desde que nacemos se nos va condicionando de acuerdo a lo que la sociedad ha determinado que corresponde a nuestro sexo. Si somos niñas se nos enseñan actitudes y destrezas de “niñas”, lo mismo se hace con los niños. Se les da todo un entrenamiento que garantice que llegarán a ser “hombres”.

Esto significa que la sociedad ha establecido qué es lo “propio” de las mujeres y qué es lo “propio” de los hombres. Ha establecido sus propios “modelos” de feminidad y de masculinidad y obliga a ajustarse a esos patrones. Nos moldea para que nos parezcamos cada vez más a ese “modelo”, inventado por la sociedad según sus intereses y necesidades.

¿Cómo y dónde nos imponen el modelo?

Es una tarea larga, lenta, pero muy efectiva porque se inicia en la familia, sigue en la educación formal, se justifica (mejor dicho, se intenta justificar) en las iglesias por medio de normas religiosas mal aplicadas, se acentúa constantemente en los medios de comunicación social: la radio, los periódicos, la televisión, los anuncios….

Es todo un conjunto de situaciones pretendidamente formativas, que logran convencernos de que, para ser felices tenemos que ser de una manera determinada. Nos inculcan, por ejemplo, que las mujeres nacimos para “darnos”, entregarnos constantemente por el bien de los hombres, que se constituyen en nuestros dueños. Muy a menudo escuchamos consejos como los que ponemos a continuación, que son tan desvalorizantes para las mujeres:

  • La niña tiene que ser agraciada.
  • La niña tiene que sentarse bien y no salir sola.
  • La niña debe aprender a ser una mujer de hogar, hacendosa, callada, sonriente.
    • El “varoncito” tiene que ser fuerte.
    • El “varoncito” no puede mostrar miedos ni debilidades. ¡No llore!
    • El “varoncito” tiene que aprender a andar solo y a no dejarse de nadie.

Además, se hace uso del control social. Si no nos parecemos al “modelo” de niñas nos acusan a nuestros padres, de grandes nos tachan de malas, de sospechosas, nos ponen calificativos feos, pero lo más grave es que se nos cierran muchas puertas.

A las mujeres que se salen del molde, les es más difícil encontrar un compañero de vida que respete su desenvolvimiento personal, que acepte y entienda sus posiciones, hasta les es difícil conseguir trabajo porque a algunos empleadores les sirve que sus empleadas sean “muy femeninas”, lo que para ellos significa que no protesten si las obligan a trabajar más por un salario menor que el de los hombres y, a veces, a soportar con una sonrisa a flor de labios el constante acoso sexual de que son víctimas. Es importante que sean lindas, calladas y sumisas. Sí, sobre todo muy sumisas.

¿Qué tiene de malo este MODELO?

Tanto hombres como mujeres somos personas humanas con una sola diferencia fundamental, que es nuestro sexo. Toda persona humana tiene la capacidad de razonar, de decidir, de amar. Toda persona humana nace con un destino común: la felicidad. Todos los seres humanos, independientemente de su sexo, pueden desarrollar valores de diversa índole y a ellos pueden y deben aspirar para desarrollarse, de acuerdo a su personalidad o a sus deseos y aspiraciones. Sin embargo, “modelos sociales” que nos imponen, pretenden asignar a la personalidad masculina todos los valores que representan dinamismo, valentía, razonamiento, capacidad de realización plena en el diseño y conquista de un futuro.

Y las mujeres, ¿qué?

Aquí está el problema. A las mujeres se nos impulsa hacia la pasividad, la sumisión, el conformismo. Se nos hace creer que por naturaleza somos dulces, sufridas, sentimentales, incapaces de pensar bien y de hacer aportes importantes para la humanidad. Se nos ubica como seres menos valiosos que los hombres.

Sabemos, sin embargo que la realidad es otra. Desde hace miles de años, las mujeres hemos hecho avanzar culturalmente a nuestros pueblos y ciudades Somos grandes creadoras de cultura. A partir de lo que nosotras hacemos, lo que hemos “inventado” para criar mejor a nuestros hijos/as, encontrar mejores alimentos, domesticar animales, obtener cosechas abundantes, etc.. se ha mejorado la calidad de vida de las comunidades y se ha avanzado en la relación entre unos pueblos y otros. Grandes “inventos” que se atribuyen a hombres geniales son soluciones que las mujeres crearon para solventar sus necesidades, materiales o espirituales. Las mujeres hemos demostrado gran capacidad para crear cultura.

Además, por las múltiples e importantes funciones que muchas mujeres han asumido en su vida cotidiana, a lo largo de los siglos, se han acercado a la naturaleza con amor y respeto. Han observado y comprendido sus ciclos, han descubierto y aprovechado sus poderes benéficos y eso ha facilitado una relación respetuosa, armónica y rica, que transforma la naturaleza sin destruirla.

Sin embargo, esta relación inteligente de las mujeres con otras personas y con la naturaleza, es manipulada cuando se pretende invisibilizarlas en los relatos históricos, de tal manera que no contradigan los esquemas de feminidad y masculinidad propuestos y se mantenga la identificación de las mujeres con la pasividad y de los hombres con el dinamismo. Esta situación oculta la pretensión errónea y malintencionada de señalarnos como seres incapaces. Como si estuviéramos desprovistas de la inteligencia necesaria para “transformar” las cosas por nosotras mismas. A los hombres, por el contrario, se les asigna la calidad de seres inteligentes, más creativos, mejores trabajadores, con capacidad para recrear el mundo. Esta absurda pretensión, cuando se acepta sin cuestionamiento ni crítica, puede dar pie para justificar – aunque sea de manera muy simplista - la pretendida superioridad masculina.

EJERCICIO:

Las invitamos a hacer una actividad que es bonita, pero sobre todo, resulta muy útil para seguir aclarando lo que estamos hablando.

En una reflexión con otras mujeres, señalar, apuntar las cosas buenas, valiosas que han hecho, impulsado o sugerido las mujeres de su comunidad o grupo para bien del vecindario, comunidad, barrio o iglesia en que viven

Verán que resulta un inventario grande….

DIFERENCIA-DESIGUALDAD

Si bien la diferencia entre macho y hembra es evidente, que a las hembras se les adjudiquen valores negativos es un hecho cultural, o sea, creado por la sociedad machista. Por supuesto, tiene pésimos resultados para las mujeres. Significa, además de lo que hemos visto, que cuando una mujer quiere salir de lo que le han impuesto como su “esfera natural”, por ejemplo, cuando decide no ser madre o cuando no acepta ocuparse de los quehaceres domésticos, se la señala con desprecio. En cambio, se ve bien que “lo propio de los hombres” sea volar por los cielos, sumergirse en los océanos, descubrir nuevos mundos o sea, realizar todo aquello que está más allá de lo inmediato, de lo que tiene cerca, de lo “natural”. A los hombres se les permite diseñar su futuro, a las mujeres, en cambio, se les exige someterse a un futuro ya diseñado por otros.

La asignación de lo que es femenino o masculino es una “construcción social”, es una “interpretación social” de lo biológico o sea, es algo que no viene con nosotras cuando nacemos. Para la sociedad, lo que nos hace femenina a una hembra o masculino a un macho es apropiarse de las características que la sociedad le asigna a cada sexo. Por ejemplo, nos han enseñado a pensar que una mujer es muy femenina si es coqueta, si muestra debilidad, si pide ayuda porque cree que no puede hacer bien ciertas cosas. Por el contrario, un hombre es “muy hombre” si es dominante, impositivo, capaz de tomar decisiones, etc… Lo pensamos así porque así nos lo han inculcado.

Algo más…

Cuando la diferencia biológica (anatomía, etnia, color de piel, etc…) se interpreta culturalmente como una diferencia sustantiva, tan importante que marca el destino de las personas, y se juzga con una moral diferenciada para unos y otras, se crea un problema político. También eso está presente en la discusión sobre los resultados de las diferencias entre hombres y mujeres.

¿Por qué hablar de lo político?

La diferencia se vuelve desigualdad, con grave perjuicio para las “diferentes”. El androcentrismo, que es tomar al hombre como medida de todas las cosas, nos arroja a las mujeres a la categoría de diferentes, y por tanto, nos ubica en un plano inferior, se nos subordina a los hombres.

Esta subordinación abarca todos los momentos y circunstancias de nuestras vidas. En las sociedades en que esto sucede, se privilegia el hecho de ser hombre. Toda la sociedad se piensa para que aquellos que dirigen la política, impulsan la economía o definen lo social, lo hagan cada vez con mayor facilidad y eficiencia, utilizando los avances tecnológicos y así, proyecten con mayor efectividad el futuro de ellos mismos y de nosotras. Porque, como hemos visto, sólo los hombres se desenvuelven en estos ámbitos y allí se decide gran parte de nuestro destino. Por eso decimos que es un problema político. Porque es un grave problema que afecta a todas y a todos.

Al encasillas a todas las hembras en actividades llamadas “femeninas” y a todos los machos en actividades llamadas “masculinas”, además que se niegan las individualidades (no todas las mujeres somos iguales), se establece una “jerarquía de género” que lleva, indefectiblemente, a establecer relaciones de dominación-sumisión entre el género masculino y el femenino. Esto es un hecho político que va más allá de lo que comúnmente llamamos política Cuando hablamos de “lo político”, nos referimos a todas nuestras actividades como miembros de una colectividad, pueblo o sociedad que, en todo caso, debería formarnos para la democracia.

PARA QUÉ SIRVE ENTENDER EL CONCEPTO GÉNERO

Entender este concepto sirve para incorporar a nuestra vida y a nuestro trabajo una forma nueva de analizar situaciones que hemos vivido por mucho tiempo. Ahora las podemos considerar tomando en cuenta que hombres y mujeres tenemos tratamientos distintos en la sociedad y que los hombres tienen privilegios injustificados. Es algo que siempre hemos padecido las mujeres pero que pasaba desapercibido para nosotras.

Robert Stroller realizó estudios que permitieron establecer la diferencia entre sexo y género. Él, a partir de casos clínicos, identificó que lo que determina la identidad y el comportamiento de género no es el sexo biológico sino el hecho de haber vivido desde el nacimiento las experiencias, los rituales y costumbres atribuidas a cierto género.

EJERCICIO:

Compartir entre compañeras de grupo, momentos de la niñez o adolescencia en los que las formaban como “niñas”. Recordar puede ayudarnos a superar o corregir situaciones dadas, que aún dejan huella en nuestra vida.

Cuándo y cómo…

El género es una categoría en la que se pueden articular tres momentos:

1. Asignación de género. Se realiza en el momento en que nace el bebé a partir de la apariencia externa de sus genitales.

2. Identidad de género. Se establece alrededor de los dos años cuando se adquiere el lenguaje. El niño o la niña comienzan a estructurar su experiencia vital alrededor del género que se la ha asignado. Así tendrán actitudes de niño o de niña, comportamientos, juegos… Es anterior a su conocimiento de la diferencia anatómica de los sexos.

Una vez adquirida la identidad de género, o sea, que el niño se sepa y asuma como perteneciente al grupo de los hombres y la niña al de las mujeres, esta identidad se convierte en un tamiz por el que pasan todas sus experiencias. Niños y niñas aceptan o rechazan sin cuestionamientos tarea o juguetes porque son propias de su género. Una vea asumida la identidad de género es imposible cambiarla.

3. El papel o rol de género. Se forma con el conjunto de normas y prescripciones que la sociedad y la cultura dictan acerca del comportamiento femenino y masculino. Aunque hay diferencias propias del estatus social, la etnia, la edad, etc., es posible hablar de un común denominador, una diferencia básica que corresponde a la división sexual del trabajo. Se puede establecer y de hecho se establece una correlación errónea que deduce que las mujeres son las que tienen los hijos, por tanto los cuidan. En consecuencia, erróneamente se define que lo femenino es lo maternal, lo doméstico contrapuesto a lo masculino que es lo publico. Se implanta así la dicotomía entre lo masculino y lo femenino, se establecen rígidos estereotipos que condicionan roles, limitan potencialidades humanas al reprimir o al potenciar comportamientos, según sean o no adecuados al género.

La estructuración de género llega a convertirse en un hecho social tan fuerte que llegamos a pensarlo como natural. Se cree, por ejemplo, que las mujeres, por parir hijos/as, nacemos sabiendo coser y planchar. Es importante tener presente que, como especie humana, hay mayor parecido que diferencias, entre mujeres y hombres.

Las diferencias sexuales son la base sobre la cual se asienta una determinada distribución de papeles sociales que constituyen el género, pero esta asignación no es un hecho biológico sino un hecho social y como tal puede y debe ser transformado.

GÉNERO COMO CATEGORÍA DE ANÁLISIS

Esto quiere decir que utilizamos el género para estudiar y comprender lo que nos rodea, nuestra realidad. El uso de la categoría género nos permite, en primer lugar, detectar conductas sexistas, esto es, suponer que una persona tiene o no ciertas capacidades o deficiencias por razón de su sexo sin conocerla en su individualidad, sin haber tenido ocasión de comprobar si lo que se toma por regla general es aplicable a ese caso concreto.

La utilización del género en el estudio, en el trabajo, en la comprensión de la vida cotidiana, nos ayudará a no caer en el error de aceptar los estereotipos (modelos) de hombre y de mujer que nos presentan como válidos y que nos confunden porque tergiversan la realidad.

Por otra parte, comprenderemos que todas las mujeres y cada una de nosotras, sufrimos la “dictadura de género”, (lo impuesto, lo que nos obligan a aceptar como válido) no importa la clase social a la que pertenezcamos, la educación que hayamos recibido, el cargo que ocupemos en la sociedad. El género – la variable género – como la llaman los analistas, traspasa toda la estructura social y está presente en los lugares más íntimos y en los más públicos. Por eso siempre hay que tomarla en cuenta.

Asimismo, comprenderemos muchas actitudes y reacciones de otras mujeres y las causas de muchas situaciones graves que la sociedad disimula o etiqueta, como resultado de desórdenes de personalidad o de género. Hemos oído decir más de una vez: “Esa mujer es una neurasténica”, o “no ha sido capaz de defender su hogar”. La variable género nos ayudará a no aceptar como válidos juicios poco serios basados en estereotipos que no toman en cuenta la problemática que enfrenta cada mujer y cada grupo de mujeres.

Si somos profesionales, en nuestro trabajo tendremos especial cuidado en diseñar las actividades de servicio a las mujeres de tal manera que puedan ser atendidas por ellas y que respondan a solventar sus problemas y a resolver sus necesidades.

Utilizar el género, estudiar sus alcances, nos ayudará a desarrollar nuestra solidaridad con otras mujeres y a comprometernos con su justa exigencia de reivindicaciones.

La utilización de la categoría de género nos permitirá:

  • Entender de manera nueva los viejos problemas.
  • Ubicar los problemas en esferas diferentes. Comprendemos que existe una asimetría fundamental entre los géneros, asimetría que se concreta en uso y utilización del poder. Entender que esta situación es un hecho cultural, por tanto puede y debe ser cambiada.
  • Sacar del terreno biológico lo que determina la diferencia entre los sexos y colocarlo en el terreno simbólico.
  • Delimitar con mayor precisión y claridad cómo la diferencia cobra la dimensión de desigualdad, hasta concretar la asimetría fundamental, o sea, que todos los hombres – en conjunto – son quienes ejercen el poder sobre las mujeres, como grupo social.

EJERCICIO:

En un grupo pequeño, tratemos de recordar en qué momento de la vida tomamos conciencia de nuestra realidad de género. Si al realizar este ejercicio sienten cólera, no se asusten. Tenemos derecho a enojarnos y a mostrar nuestro enojo. No se pongan tristes porque estamos en camino para algo mejor.

Compartir estas experiencias puede ayudarnos, entre otras cosas, a despertar nuestra solidaridad con otras mujeres.

ALGUNOS TÉRMINOS

SEXISMO:

Se da siempre que no se hace un análisis de género, porque si no se toma en cuenta la variable género no se hace visible la realidad de la subordinación de las mujeres y de la dominación de los hombres, lo cual es fundamental en la estructura jerarquizada de poder.

El sexismo está presente en casi la totalidad del quehacer humano, es tan amplio y extendido que se manifiesta de muy distintas maneras. Margaret Eichler identifica siete formas de sexismo:

EL DOBLE PARÁMETRO:

Conocido como doble moral. Se da cuando una misma conducta, una situación idéntica y características humanas similares son evaluadas con distintos parámetros para uno u otro sexo. A modo de ejemplo, penemos cómo la ley y aun las comunidades eclesiales entienden, explican y, hasta disculpan el adulterio según se dé en un hombre o en una mujer, aunque sea bajo las mismas circunstancias.

EL DICOTOMISMO SEXUAL:

Es tratar a los seres como diametralmente opuestos y no con características semejantes. Podría considerarse como una forma externa de doble patrón. Se trata a los hombres y a las mujeres como si fueran absolutamente diferentes en lugar de tratarlos como dos grupos que tienen muchas semejanzas y algunas diferencias. Es una peligrosa forma de sexismo que valora más al sexo masculino, ya que asigna a los hombres atributos que son más valorados en las sociedades patriarcales como la capacidad de abstracción, el conocimiento lógico, la actividad, entre otras.

EL DEBER SER DE CADA SEXO:

Parte de la base de que hay características humanas que son más apropiadas para un sexo que para otro. En las iglesias, en los partidos políticos, en las cárceles, se asignan a las mujeres tareas desvalorizadas en la sociedad, como si fueran propias del sexo femenino, a los hombres, en cambio, se les asignan tareas diferentes mucho más reconocidas y valoradas socialmente.

EL FAMILISMO:

Se identifica a la mujer – persona humana con la mujer familia. Esto significa que se considera que el papel de la mujer dentro del núcleo familiar determina su existencia y por tanto define sus necesidades y la forma en la que se la toma en cuenta. Este gravísimo error tiene consecuencias muy negativas para las mujeres. Las invisibiliza, las enmarca en el núcleo familiar y no toma en cuenta sus propias necesidades, sus aspiraciones ni sus derechos como miembros de una sociedad determinada.

En las iglesias se comete este error con mucha frecuencia. Esto impide que se elaboren pautas pastorales más congruentes con el hecho cristiano, en el cual mujeres y hombres somos diferentes pero no desiguales.

Es importante reconocer que familia y mujer no son sinónimos y que hombre y mujer son igualmente humanos e igualmente diferentes.

LA SOBREGENERALIZACIÓN Y SOBREESPECIFICACIÓN:

Ocurre cuando en un estudio, en un diseño pastoral, en un análisis se toma solamente la conducta del sexo masculino y los resultados se presentan como válidos para los dos sexos. Esta práctica se ha llevado a cabo sistemáticamente por ramas de la ciencia como la historia, la sociología, la medicina, la teología, etc…

La sobreespecificación es otra cara de la misma moneda. Se da cuando se presenta como específico de un sexo algo que es una necesidad, actitud o interés propio de ambos sexos. Ej. La importancia de la presencia de la madre durante el desarrollo de los hijos/as, en vez de hablar de la importancia de la presencia de la madre y del padre en ese desarrollo.

EL ANDROCENTRISMO:

Se da cuando un estudio, análisis o investigación se enfoca desde la perspectiva masculina únicamente, presentando la experiencia y las necesidades de los hombres como centrales a la experiencia humana, válida para ambos sexos y por tanto la única relevante, la única importante. Los estudios que se hacen del sexo femenino son tomados en cuenta si están en relación con las necesidades, experiencias y/o preocupaciones del sexo masculino que es el dominante. Por ejemplo, la medicina se ha desarrollado principalmente en todo lo relacionado con el aparato reproductor femenino o sea con la capacidad de tener hijos, porque en las sociedades patriarcales algunos piensan que la única función de las mujeres es tener hijos.

Pero también en la forma de hablar se eleva al hombre a la categoría de “universal”, lo hace una especie de modelo que sirve para ambos sexos. Se habla de “los hombres” y se pretende que entendamos que allí estamos incorporadas las mujeres, pero en realidad no es así. Si ponemos atención, vemos que cuando se trata de alguna situación en la que les interesa que nos comprometamos, dicen claramente “los hombres y las mujeres”. O sea que desde el discurso mismo se eleva al hombre a la categoría de universal y a la mujer a la categoría de lo particular. Lo relacionado con el hombre se aplica para los dos sexos. Lo relacionado con la mujer es categoría particular. Como vemos, hay androcentrismo cuando el hombre se convierte paradigma de lo humano. Es una de las características fundamentales de las sociedades patriarcales.

El enfoque androcéntrico distorsiona la realidad porque presenta las necesidades de los hombres como válidas para todas y todos. Deja de lado las necesidades propias de las mujeres y solo atiende aquellas que el hombre considera que son importantes.

El androcentrismo invisibiliza a las mujeres, pretende que no existen o, peor aún, las toma en cuenta solo para aquellas cosas en las que ellas sirven a los hombres o a sus intereses. Todo lo que se relaciona directamente con ellas –como personas- no cuenta, ni sus sentimientos, ni sus aspiraciones, ni sus cuerpos.

Encontramos androcentrismo en toda la estructura social y cultural.

DOS FORMAS EXTREMAS DE ANDROCENTRISMO:

  • Misoginia: Repudio a lo femenino.
  • Ginopia: Imposibilidad de ver lo femenino o invisibilización de la experiencia femenina.

PATRIARCADO:

Al reflexionar sobre el patriarcado es preciso tener en cuenta que al decir que una sociedad es patriarcal no estamos más que determinando una serie de características que la definen.

¿Qué es el patriarcado?

Según Victoria Sau, feminista catalana, que trata con seriedad y acierto temas sobre la mujer:

Patriarcado es una toma de poder histórico por parte de los hombres sobre las mujeres, cuyo agente ocasional fue de orden biológico si bien elevado a la categoría política y económica. Dicha toma de poder pasa forzosamente por el sometimiento de las mujeres a la maternidad, la represión de la sexualidad femenina y la apropiación de la fuerza de trabajo total del grupo dominado, del cual su primer pero no único producto son los hijos.

Adrianne Rich, estudiosa de la vida de las mujeres, lo define así:

El patriarcado consiste en el poder de los padres; un sistema familiar y social, ideológico y político con el que los hombres a través de la fuerza, la presión directa los rituales, la tradición, la ley o el lenguaje, las costumbres, la etiqueta, la educación y la división del trabajo determina cuál es el papel que las mujeres deben interpretar con el fin de estar en toda circunstancia sometidas al varón.

Alda Facio, feminista costarricense, gran estudiosa de los temas relacionados con la mujer, adapta la definición de Rich, la hace más amplia y precisa:

Patriarcado es el poder de los padres: un sistema familiar, social, ideológico y político mediante el cual los hombres, por la fuerza, usando la presión directa o por medio de símbolos, ritos, tradiciones, leyes, educación, el imaginario popular o inconsciente colectivo, la maternidad forzada, la heterosexualidad obligatoria, la división sexual del trabajo y la historia robada, determinan qué funciones podemos o no desempeñar las mujeres, siempre está subordinado al grupo, casta o clase compuesto por hombres, aunque pueda ser que una o varias mujeres tengan poder, hasta mucho poder – como las reinas o primeras ministras – o que todas las mujeres ejerzan cierto tipo de poder.

María Jesús Izquierdo, investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona, lo define así:

Orden de relaciones cuyo resultado principal es la reproducción física e ideológica de los seres humanos, que se establece en función del parentesco y en el que se denomina padre al ocupante de la cima de la jerarquía, poseedor de los medios materiales de reproducción. Jerarquía del padre sobre las/os no padres.

Actualmente, el patriarcado es el único tipo de sociedad que existe en el mundo conocido. Los patriarcados pueden ser capitalistas, socialistas, tercermundistas, colonialistas. Hay patriarcados donde se respetan más los derechos de los hombres; los hay en los que no se toleran las diferencias, otros en que los hombres de las minorías viven tranquilos. Pero en todos, las mujeres nos encontramos invisibles de su historia y excluidas del poder.

EJERCICIO:

Comentar estas definiciones de patriarcado. Ampliarlas si lo creen necesario. Dar ejemplos ilustrativos en los que se reconozca el patriarcado en tu país, en el Estado, en el hogar, en la iglesia, en alguna institución…

Cuando termines de leer estas páginas, empezarás a encontrar situaciones en tu vida familiar o en tu comunidad, que se manifestarán como ejemplos de una u otra de las cosas que has leído. Si es así, alégrate, estás empezando a analizar las situaciones con otra perspectiva, ya habrás comenzado a utilizar el género para comprender lo cotidiano.

No olvides que la solidaridad es importante. Comenta el folleto con otras mujeres, con tus compañeras, con tus hermanas. Dales una copia.

Ayudémonos a que muchas mujeres reflexionen sobre la problemática que enfrentan y la vean con ojos de mujer.

Fuente: Mujeres que tejen la vida

San Josè Costa Rica

No hay comentarios:

Publicar un comentario