lunes, 10 de enero de 2011

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE H. DIPUTADO OSVALDO ANDRADE LARA III PLENO DEL COMITÉ CENTRAL - PERÍODO 2010-2012 Santiag

DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL PARTIDO SOCIALISTA DE CHILE

H. DIPUTADO OSVALDO ANDRADE LARA

III PLENO DEL COMITÉ CENTRAL - PERÍODO 2010-2012

Santiago de Chile. 8 de Enero del 2011

Buenos días compañeras y compañeros.

Esta reunión del Comité Central en un momento especial; un momento de balance de un año que ha sido complejo políticamente y crítico para nuestros compatriotas sea por los despidos, por el terremoto y por otras circunstancias, pero además, un momento de proyección de lo que se viene para el año 2011.

Comenzamos un nuevo año y con ello empieza un nuevo ciclo político. Ciclo, que será crucial para el Partido Socialista, para la Concertación y para la oposición, ya que lo que hagamos o dejemos de hacer, determinará lo que pase a futuro en el país.

Hace 53 semanas perdimos las elecciones. Toda la política del PS y de cualquier partido político que tiene aspiraciones serias de gobernar y no dedicarse sólo a los testimonios, se hace de manera muy distinta según se ganen o pierdan las elecciones.

Digo esto porque el proceso que lideraba con singular éxito y respaldo popular nuestra compañera Michelle Bachelet, quedó en suspenso.

No se trataba de cualquier proceso ni de cualquier gestión. Se trataba, ni más ni menos, que de un proceso de re-abrir temas y políticas cerradas por mucho tiempo en el país.

Se trataba de dar un giro histórico desde la matriz ultra neoliberal que impuso la dictadura –primero por la fuerza y luego a través del andamiaje constitucional y legal que nos heredó— hacia una matriz solidaria, una matriz genuinamente progresista y socialdemócrata; hacia un Estado que no abandona a su gente para que se rasque con sus propias uñas, sino que coloca al centro de su accionar valores como la solidaridad y la igualdad.

¿Perdimos porque el pueblo rechazaba este camino?, creo que no.

Creo que el pueblo valora que la protección social y la igualdad sean hoy parte del acervo colectivo de nuestra nación y, aún más, desean que se extienda y profundice.

Perdimos porque no supimos traducir aquella opinión mayoritaria, aquellos sueños y anhelos de la mayoría, en efectivas acciones e instrumentos políticos.

Esa mayoría social no se expresó como mayoría política. La división en primera vuelta de las fuerzas terminó siendo un pesado lastre en segunda vuelta. Ya desde antes mostrábamos divisiones.

Nuestra campaña no pudo revertir la opinión extendida en las personas acerca de la necesidad de aires nuevos y estilos más abiertos. Que no se trataba de la sola defensa de la obra sino de nuevas ideas y propuestas. Que no se necesitaban edecanes sino que nuevos proyectos. Empoderamos a la ciudadanía y no supimos leer sus aspiraciones. Y terminó primando el cansancio por las mismas inercias de siempre. Perdimos la voluntad de ganar.

Adicionalmente, durante el año que recién termina, también hemos tenido nuestros propios logros y nuestros propios problemas. En los primeros, renovamos las direcciones políticas de nuestros partidos y evitamos la dispersión. Algo casi natural luego de una derrota tan fuerte.

En los segundos, y no lo vamos a desconocer, hemos vivido un proceso donde ha costado entender que tenemos que ser oposición al Gobierno de la derecha, y no a nosotros mismos. Que la auto-crítica es necesaria, pero dañina cuando sólo se trata de un esfuerzo mediático. Que la base de nuestras posibilidades es desde la Concertación hacia las otras fuerzas políticas opositoras al Gobierno. Que no basta con decir que somos de oposición cuando lo relevante es que hagamos oposición, no una recalcitrante sino una idónea, que hacer oposición significa presentarle a la ciudadanía una alternativa y un proyecto que dé cuenta de sus aspiraciones y anhelos, ya que, finalmente, se trata de reconstruir una mayoría social y política que sustente nuestra legítima aspiración de volver a conducir Chile. Reencontrar a la ciudadanía con la política es la clave de este esfuerzo.

RESPECTO DE LA DERECHA

Se han confirmado nuestras sospechas; esta es la derecha de siempre.

Dijimos que no iban a cumplir sus mesiánicas promesas de campaña y que tampoco cumplirían los compromisos del mensaje Presidencial del 21 de mayo, y así ha sido. Que, lamentablemente para el país, asistimos a la época de un Presidente que Gobierna con anuncios y no con políticas públicas que beneficien a la gente. Nos encontramos frente a un Gobierno que engaña a los ciudadanos.

Del total de compromisos establecidos por el Presidente Piñera el 21 de mayo, sólo se han cumplido el 20,7% de ellos, no se han cumplido el 38,9% y el 40,4% restante, se encuentran en algún grado de tramitación. Es decir, estamos frente a un Gobierno que engaña a la ciudadanía con anuncios rimbombantes, y que luego de ello, poco o nada se traduce en realidad.

También hemos asistido a la vergonzosa situación de tener que soportar la infinita serie de conflictos de intereses del Presidente de la República , de sus Ministros y de una serie de funcionarios de confianza que, de una u otra manera, se han visto involucrados en situaciones que se encuentran en el límite de la ley y, claramente, en violación de básicas normas éticas y de tradición republicana. Ahora resulta que los sobreprecios se llaman incentivos y que las FF.AA. no se ocuparán de los ciudadanos porque después les pueden preguntar cómo se consiguen las cosas, y eso, no se puede decir.

Junto con ello, tenemos un Gobierno que mezcla un conservadurismo religioso inaceptable para nuestros días y un liberalismo extremo en lo económico que pretende hacer retroceder al país hacia un Estado reducido en sus instituciones, y donde, como muy bien lo sabemos, manda y dirige el mercado.

En definitiva, la desregulación pampea.

Tenemos un Gobierno típica y nítidamente de derecha. Y de la derecha, Chile ya sabe.

Un Gabinete empresarial, que hace gala de su “clase” y de su “estatus”, una derecha que pretende camuflarse, además, bajo la retórica de la “nueva derecha”, con el objeto de parecer ante la ciudadanía como los representantes de otro tiempo, y no del oscuro tiempo de Pinochet. Una derecha típica e intransigente, que desprecia al mundo popular, que impide las manifestaciones legitimas y necesarias en democracia del mundo social, una derecha que actúa bajo el mandato precario de lo que dictan unos cuántos iluminados, y finalmente, una derecha ultra-ideologizada en materia religiosa y económica.

Cuantas veces lo dijimos queridas compañeras y compañeros; no da lo mismo quién gobierne Chile.

Estamos frente a una contrarrevolución neoliberal. Estamos ante una derecha que quiere, tras las reformas estructurales de Piñera para el 2011, dejar las cosas tan atadas, que de lo mimo quien gobierne y, por ende, la política carezca de toda relevancia y sentido y que los partidos sean sólo un antecedente carentes de toda significación.

Compañeras y Compañeros:

No voy a dejar de lado un tema de amplio debate en estas últimas semanas, y que se refiere al proceso de negociación del reajuste salarial de los trabajadores del sector público, y de la cual he sido protagonista.

Le he enviado esta semana una Carta a la Militancia en donde he explicado mi conducta. No voy a redundar en ello. Solo quisiera poner énfasis en un solo punto: he actuado con la profunda convicción de la defensa de los trabajadores.

He sido objeto de una cantidad importante de críticas. Algunas legítimas, otras no, algunas justas, otras aleves. Aquí, en este Pleno del Comité Central del Partido, reitero mi compromiso con los trabajadores, reivindico mi decisión de viabilizar un reajuste que en su momento me pareció correr peligro y me hago cargo de la problemática política de la descoordinación en el seno del Congreso Nacional.

Se que he puesto en una situación política compleja a toda la Concertación. Pero también sé, que mi conducta jamás se podría orientar en otro propósito sino en el de avanzar en el bienestar de los trabajadores chilenos, públicos y privados, en su sentido de lucha, en su idea infatigable de justicia y en su fuerza que compromete a toda la sociedad chilena.

Compañeras y compañeros

Después de este balance lo pertinente es definir ¿Qué hacer de aquí en adelante?

Afirmo, que hoy es el momento de recuperar un eficaz instrumento político para hablarle al pueblo. Desde el PS, desde la Concertación, desde la Oposición, es nuestro deber empujar en ese sentido.

Debemos RENOVAR LA MAYORIA

Debemos trabajar con generosidad por articular a todas las fuerzas progresistas, a todas, sin excepción, en un proyecto progresista, un proyecto de los trabajadores, de los estudiantes, de las mujeres, de los mapuches, de todo el pueblo de Chile. Renovar la mayoría implica un proceso de diálogo fecundo y comprometido de las organizaciones políticas y sociales para, en conjunto, construir las claves de esta renovación.

Es relevante que RENOVEMOS NUESTRA MAYORIA

Que logremos unirnos en la diversidad, porque el desafío es mucho mayor que las diferencias entre nosotros. Recuperar la diversidad para un propósito común, recuperar Chile para la gente.

Debemos ser capaces, desde el P.S., de liderar una asamblea de todas las fuerzas sociales y políticas, para reencauzar a Chile en la matriz de progreso y justicia social por la que veníamos avanzando, y que debemos acelerar aun más.

DEBEMOS REFUNDAR LA CONCERTACION

La Concertación es la expresión de un aprendizaje político y social de varias generaciones, no exento de dolor y sufrimiento y que, por lo mismo, va más allá de su sola existencia. Refundarla es homenajearla. Es desde la Concertación, entonces, como ya lo he dicho tantas veces, desde donde debemos desplegar nuestros esfuerzos de diálogo y entendimiento con todas las otras fuerzas políticas opositoras al Gobierno, sin vetos ni exclusiones. No sé si alguien crea acá que podemos derrotar a la derecha sin la Concertación, pero ella no es suficiente. De ahí la importancia de su expansión y de su valoración hacia la ciudadanía. De ahí la importancia de que podamos renovar un programa de Gobierno para Chile, basado en una simple idea de igualdad y justicia social, valores tan propios del socialismo.

Por qué hoy es tan necesario

Muchos se dejan llevar por la caricatura de lo hecho.

Pero la diferencia entre la derecha y la izquierda es profunda.

Me quiero hacer cargo aquí, donde corresponde, de una idea que aun se defiende en nuestras filas, y no es otra de los que afirman que hemos abandonado nuestra condición de Partido de izquierda. Seguramente, este será un profundo debate en el seno del Congreso.

Quiero decir, que mi punto de vista, de acuerdo a todos los cambios que ha sufrido el mundo desde la caída del Muro de Berlín, la izquierda constituye una cultura de indignación frente a las injusticias sociales, es una forma cultural que permite transformar una sociedad que estructuralmente es desigual, y es un instrumento, el único que tenemos, que permite combatir la ideología de la derecha. En Chile, hemos vivido tres momentos de la izquierda.

En primer lugar, Salvador Allende. Fue un ejemplo inédito en el mundo de una alternativa de izquierda que promovía la transformación social a través de una vía democrática, con una profunda convicción en los principios fundamentales de la humanidad, que creía que nuestro instrumento eran la fuerza de nuestras razones y la potencia de nuestros sueños.

En segundo lugar, durante la dictadura militar y a pesar de ser perseguidos, proscritos, fuimos parte de una resistencia que significó un ejemplo de coraje moral para las nuevas generaciones y que concluyó en la recuperación de la Democracia.

Y, en tercer lugar, en los gobiernos de la Concertación , aprendimos la lección del Documento de Marzo. Si queremos derrotar a la derecha, por el camino democrático de Allende, resulta indispensable una alianza entre el centro y la izquierda.

De esta manera, la izquierda no es para mi un eslogan, un panfleto o una pancarta. Es una convicción profunda que le da fuerza a nuestras razones, que da potencia a nuestros sueños. Eugenio Matte Hurtado decía que los socialistas perseguimos un simple propósito de bienestar humano, el propósito de ver felices a los demás.

Este año 2011 estarán en juego políticas muy cruciales que apuntan al tipo de Chile que queremos. Lo decía en un inicio: el éxito de la Presidenta Bachelet y de la Concertación se debió a que comenzó la construcción de un estado de bienestar moderno, que asegura condiciones dignas de vida, que busca la igualdad y se afirma en la solidaridad como principio rector de las políticas públicas.

Pues bien, las reformas propuestas por el gobierno de Piñera apuntan en sentido absolutamente contrario.

En estos meses analizaremos la reforma a la educación, donde más allá de algunos puntos que podemos aceptar y tratar de mejorar, hay grandes temas pendientes, como la educación pública, la carrera docente, la necesaria diferencia entro lo público y lo privado, la educación superior, la preescolar, la técnico profesional, en fin, tantos pendientes.

Analizaremos la reforma de la salud. Nuevamente, hay pequeñas cosas en el tema de licencias o en el perfeccionamiento que se propone para el AUGE. Pero en lo global, no se hace cargo del rol de la salud pública en el sistema y, peor aún, la orientación parece ser que todo se haga a través de las clínicas privadas. El núcleo de la reforma es isapres o compañías de seguros y lo público al servicio del modelo que se imponga.

El gobierno impulsa reformas, el Ministerio de Desarrollo Social. Y qué vemos ahí: reformas marginales en algunos instrumentos, algunas acertadas, otras no tanto, pero todas reformas marginales, más la creación de una Subsecretaría, y la intención manifiesta de operar en protección social por la vía de los bonos y no de las políticas de protección social fundadas en derechos, que era lo que nosotros veníamos haciendo. Todo lo hace el gobierno con gran parafernalia, como diciendo que aquí está el futuro de la protección social, en circunstancias que se trata de una reforma menor e insuficiente. A la pasada, reduce significativamente el rol y valoración del SERNAM.

El gobierno propicia una reforma supuestamente estructural en materia de seguridad ciudadana, pero hasta ahora lo único que vemos son imágenes, son excesos comunicacionales, y lo que es peor, vemos en algunos casos como se fuerza la interpretación de la ley y la presunción de inocencia. Si algo nos enrostró la tragedia de la cárcel de San Miguel es que la teoría de la mano dura y del candado no sólo es insuficiente para enfrentar en serio el tema de la seguridad ciudadana, sino que, conduce a colapsos sociales. Si la derecha no ha abandonado ese dogma todavía, mal puede, entonces, plantear una reforma estructural.

El gobierno dice que uno de sus siete ejes para este año serán las reformas políticas, pero todos sabemos que el ritmo de profundización de la democracia en la derecha es demasiado lento. Se demoraron 15 años en aprobar una reforma tan básica como eliminar los senadores designados. Habrá que esperar lo que ocurre ahora, pero quienes tenemos una vocación pluralista, sabemos que reformas de participación, reformas que alteren los quórums super mayoritarios de la Constitución, que una reforma verdadera al binominal, que el reconocimiento explícito de los derechos económicos y sociales, no estará en la agenda del gobierno.

Se habla de una modernización del estado, en circunstancias que se ha torpedeado la Alta Dirección Pública y que el despido de funcionarios por razones políticas ha sido una norma.

Ese es el problema de este gobierno: anuncia mucho. Promete mucho. Esconde sus posiciones verdaderas. Confunde a través del lenguaje.

Pero su verdadero norte comienza a notarse. Y este 2011, no tengo duda, se mostraran tal cual son.

En las políticas públicas no vamos a ser obstruccionistas por el solo hecho de ser oposición como lo hizo la derecha durante los últimos 20 años. Nuestra responsabilidad radica en la manera como somos capaces de defender a las grandes mayorías nacionales, sociales y populares.

En este contexto debemos enmarcar los desafíos del Partido Socialista, de la Concertación y de la Oposición. Es decir, sacando las conclusiones de lo que nos pasó y de la verdadera naturaleza de este gobierno.

Por ello, propongo;

  1. Intensificar nuestros esfuerzos por construir la unidad de la oposición desde la Concertación haciéndonos cargo de nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Si de este proceso surgen nuevas alternativas, no nos cerraremos a aquello si emana de la sensatez de los que más saben, los ciudadanos y sus organizaciones. Sólo ésta conducta nos permitirá recuperar la tan necesaria credibilidad.
  2. Que si construimos un proyecto con ideas nuevas, desde la centro-izquierda, que reflejen las nuevas realidades nacionales y globales, podremos ser una verdadera alternativa para Chile.
  3. El Congreso Partidario debe ser la oportunidad para abrir el debate y generar un Congreso de ideas. Para ello, lo más importante son las conclusiones de los Congresos Comunales, la re-conexión con el mundo popular, ciudadano, urbano y poblacional.
  4. Desde la reafirmación de nuestra identidad cultural, de la reflexión ideológica respecto de los desafíos que enfrenta el país y el mundo, y de la responsabilidad que le compete al Partido, debemos generar un itinerario programático y político de cara a la elección municipal.
  5. Todos nuestros militantes deben estar dispuestos a ser candidatos, a ser jefes de campaña, a ser apoderados de listas, apoderados de mesa; todos deben estar dispuestos a construir un discurso coherente y atractivo para la ciudadanía, diferenciador de la derecha, y con un sentido de identidad popular y nacional. Los necesitamos a todas y a todos.
  6. Debemos avanzar -desde ya- en la construcción de acuerdos en cada comuna para que la Oposición tenga un solo candidato a Alcalde, que emane de la voluntad ciudadana, a través de primarias abiertas y vinculantes.
  7. Los Mandatarios del Partido, en sus propias responsabilidades, deben caminar en conjunto con el Partido, deben ser más profundamente parte del Partido. La Unidad de la oposición depende en parte, de la Unidad del Partido, de su coherencia política, de su responsabilidad al frente de un movimiento amplio, diverso, convocante.
  8. Debemos recuperar y valorar a todos nuestros activos y a todos nuestros liderazgos. Por ello, le he pedido al Presidente Lagos que cooperara en este esfuerzo, por ello he dicho que la Presidenta Bachelet constituye una imagen indiscutible de defensa de los derechos de las personas, y por eso he reivindicado, en conjunto con todos ustedes, la imagen del Presidente Salvador Allende como la fuerza moral que nos sostiene.

Compañeros y compañeras,

Hoy más que nunca debemos asumir la responsabilidad histórica de ser los representantes de una avanzada social y política que cree y lucha por una sociedad igualitaria, que defiende a los que no tienen voz, que proteja a los que hoy están desprotegidos y que sepa con claridad leer esta realidad que nos toca, tan compleja y tan difícil.

Somos herederos de una historia que no permite ni dudas ni vacilaciones, ni medios compromisos ni cosas medias hechas.

Somos más y somos mejores que la derecha.

Creamos en nuestras ideas, no nos despleguemos con complejos, sintamos orgullo por lo que hemos hecho y tengamos la capacidad para reconocer y rectificar nuestros errores y cumplamos con la palabra empeñada que tenemos con el pueblo de Chile.

Aquí estamos compañeras y compañeros, les pido me sigan acompañando en este esfuerzo.

Muchas Gracias


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